EL DICTADOR SENTIMENTAL

Anoche terminé de leer el libro sobre el Gobierno Militar peruano que mencioné en un artículo anterior. El documento, editado por el IEP (Instituto de Estudios Peruanos) y la Universidad de Princeton, me ha impactado, me ha influenciado, me ha llenado de nostalgia y yo – ahora – intentaré desfogarme acá, frente a ustedes, en estas líneas mías. 

El Dictador Sentimental. Juan Velasco Alvarado, líder del Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, en una manifestación pública en 1969.

Antes que nada, una aclaración. A los que analizan mis artículos bajo las pinzas de la polarización política, o de la intolerancia ideológica, les digo que yo sólo hago reflexiones en base a la historia. Yo no soy un académico. Mucho menos un político. Yo sólo exteriorizo lo que ingresa a mi conciencia. Es decir, lo que entra por mis ojos – de modo genérico – termina saliendo por mis dedos en complicidad con, este, mi viejo teclado. Por lo tanto, no tomen estas letras como ciertas, pues son tan sólo fantasías, simples pinceladas de una mente impresionista (por ello quiero decir no definida, no absoluta y no verdadera).

Vuelvo al libro sobre Velasco y su gobierno. La pregunta que me acosa tiene el tenor que sigue: ¿Por qué, si yo sé que esa dictadura devastó la economía peruana, soy víctima de esta dolorosa afición por Velasco? ¿Por qué siento tanta nostalgia por su trágico destino? ¿Por qué me lamento – y cierro con fuerza los puños – cuando me entero de las condiciones en que murió?

Todo es tan extraño. Y tan subjetivo. Yo soy un arequipeño libre. Uno que no toleraría jamás la represión de su gobierno. Uno que se levantaría como todos si no reconociera la corrupción de los movimientos sociales peruanos. 

Sin embargo, siendo yo tan libre, me siento ahora un esclavo. Un presidiario de las ironías de la historia. Un personaje de Alejandro Dumas: quizá un compañero de Edmundo Dantés en el Chateau D’If. Y ello a pesar de que él también fue privado de su libertad por un fiscal corrupto y un gobierno autoritario.

Yo – créanme, no sé porqué – siento que Velasco fue un patriota leal. Un piurano campechano que amó mucho a su país. Un tipo que nunca quiso hacerle daño. Un hombre que vio humana y noble a su revolución. Que pensó – sinceramente – en que sí podía lograr el primer punto del Plan Inca, el cual era “Promover a superiores niveles de vida, compatibles con la dignidad de la persona humana, a los sectores menos favorecidos de la población, realizando la transformación de las estructuras económicas, sociales y culturales del Perú.”

Instantáneas del General. Fotografías tomadas a Velasco en un reportaje publicado por la revista Life.

No me pidan que comparta los ataques de la mayoría.

Yo no podría hacerlo jamás. Mucha gente tilda a Velasco de rojo. De comunista. Sin embargo, fue él quien consagró el camino de la “tercera vía”. No aguantaba a los comunistas. Tampoco a los liberalistas. Él sólo creía en el sincero amor por la patria. En que la planificación política, a fin de cuentas, puede variar y variará siempre en el sentido que beneficie más a los peruanos. En que los “istas” son divisorios, cancerígenos y traicioneros.

Por otro lado, como yo, creía también en nuestro mestizaje. En que nosotros somos un crisol absoluto de razas y costumbres. En que nosotros, en América, representamos la unidad en la diversidad, no siendo ni Incas ni españoles, sino peruanos. Y nada más.

Diga lo que diga esta noche, al gobierno de Velasco se le verá siempre nefasto. Su reforma agraria destrozó nuestros campos y las nacionalizaciones de las empresas quebraron al Perú. Limitar la libertad económica fue una locura extravagante. Pero yo sé que sus intenciones fueron nobles y que, siendo acreedor de una sólida conciencia histórica, estuvo presto a saldar las viejas deudas del país, frente a todos sus enemigos, en cualquier espacio, tiempo y latitud.

Velascodependencia. El Perú, a pesar de tener disputas limitrofes actuales, todavía depende del armamento comprado por el Régimen Militar. En la fotografía: el BAP Grau, Tanques T 55 y un cazabombardero Sukhoi.

Es importante quebrar las cadenas que nos esclavizan al pasado. Y yo estoy todavía en ese proceso. Lo digo en el sentido de que – honestamente – intento no hacer mías las condenas de la generación anterior. A pesar de que me crié en un odio profundo a este hombre y su gobierno. A pesar de que mi familia siempre se le opuso, yo me he liberado de tal antipatía, lo he estudiado y he forjado mi posición.

Y esa es la que expongo, la que abiertamente grito. El gobierno de Velasco fue la metástasis económica del Perú. Sus políticas fiscales fueron un fracaso. Sus políticas sociales también. Sin embargo, no sé porqué lo entiendo. No sé porqué lo justifico. No sé porqué creo que bajo el halo de un sincero patriotismo, de un amor leal por el Perú, hasta los más ingenuos errores pueden ser excusados.

Algunos pensarán que - en base a lo dicho en esa línea - yo creo que cualquier patriota puede gobernar al país. Sin embargo, piénsenlo ¿cuántos patriotas tiene nuestra clase política? ¿Habrá alguno que ame sinceramente al Perú? ¿Si quiera uno que no esté ahí por el dinero? ¿Uno que sea transparente y honesto?

Quizá un solo patriota, verdaderamente preparado (un talento democrático), pueda hacer más que toda esa clase política que nos gobierna, en todos los partidos, en todo el sistema a lo largo y ancho del país.

Sin embargo, también Velasco – cortando ya el idealismo y yendo a los hechos - fue traicionado por la propia corrupción de los suyos. Fue expulsado de Palacio por sus propios colaboradores de armas. A pesar de haber sido por 7 años el líder principal del país (1968 – 1975), murió poco después, casi anónimamente. Y pereció sólo. Olvidado. Absolutamente humilde. Sin un sólo sol de más. En una habitación del hospital militar – en Pueblo Libre - donde el frío acecha y los recursos escasean (lo digo porque mi abuelo Vittorio murió ahí, como él).

Voy todavía más lejos.

¿Qué lo mató?

La gangrena que le generó la amputación de una pierna, causada por un aneurisma cerebral.

¿Qué genera el aneurisma?

Las preocupaciones, las frustraciones, el genio difícil y la ira.

Así pues, yo sé que a Velasco lo mató la traición de los suyos y la sensación inaceptable de su propio fracaso. A él lo mató la frustración de no poder conciliar el sentimiento religioso que lo vinculaba a su tierra con el progreso de las cifras económicas. La balanza de pagos y el golpe de estado de Morales terminaron con él, que no podía entender cómo sentimientos tan nobles – como los suyos - habían generado la ruina económica del Perú. Cómo, postrado en una cama, ya sin una pierna, era incapaz de ser aquél hombre vigoroso que su patria requería para saldar las viejas cuentas históricas que el país había heredado del pasado.

El Dictador Solitario. La tumba de Juan Velasco Alvarado en el cementerio de El Angel en Lima.

Lamentablemente, nosotros – los peruanos - somos los mejores anónimos del mundo. Los primeros en opinar sin informarnos. Los que siempre señalamos pero nunca proponemos. Los que criticamos y nunca construimos. Por eso Velasco ha recibido la condena de las generaciones actuales. Por eso recibe la espalda de la sociedad; todo ello a pesar de que muy pocos lo han estudiado o saben qué clase de hombre fue en realidad.

Qué triste es que los hombres sean recordados únicamente por el resultado final de sus acciones, en vez de por la complejidad y naturaleza de su personalidad.

En fin, no crean que para mí Velasco dirigó el mejor gobierno del Perú. Las cifras indican que éste fue - probablemente - uno de los peores. Sin embargo, su civismo y honestidad me dejan pensando. Más aun si constato la triste realidad moral de nuestros líderes actuales.

Nadie podrá negar que el General fue un patriota apasionado y sincero. Quizá también ingenuo y alocado.

Muy parecido a uno que conozco.

Después de todo, Piura y Arequipa son ciudades lejanas. Pero su sol arde con igual intensidad. Y yo soy todavía una persona inmadura, muy moldeable, influenciada y permeable; pero – sin duda – de buenas intenciones.

7 comments:

Ricardo dijo...

Rodrigo, qué grata sorpresa... es lo mejor que te he leído, sin duda el mejor post del blog... esta era la propuesta que esperaba con Líneas Personales. No digo más porque lo vamos a conversar con unos tragos, estoy seguro.

Sinceras felicitaciones.

Ricardo

Alonso dijo...

Estimado amigo, a pesar que me dijiste que preferías que no leyera tu post (por conocerte) me dio mucho gusto hacerlo porque es la mejor publicación que has hecho en la corta vida de tu blog.

Mi opinión del tema vendrá después. Ahora sólo te diré "felicitaciones por tan buen texto".

Saludos.

Anónimo dijo...

Estimado Rodrigo:

Escribir como lo haz hecho, requiere mucho coraje.
Entender el amor de un hombre hacia su gente, requiere mucha sensibilidad.
Tomar posicion en un tema que genera todo tipo de sentimientos, positivos y negativos, requiere mucha personalidad.
Deberían existir más hombres como tú en este país, la cosa sería diferente. Ojalá algún día nos podamos conocer.
Saludos

Juan Velasco M.

PD. Felizmente Él no murio tan solo como parece, su familia estuvo siempre con Él. Hasta ahora.

Rodrigo dijo...

Estimado Juan,

Gracias por revisar el blog. Me siento halagado por tu comentario.

Yo también estaría encantado de conocerte. Sin duda, sería excelente poder conversar.

Un abrazo,

Anónimo dijo...

Rodrigo:
Quien te escribe es un hombre que ha creido y cree en mi Gran General Juan Velasco Alvarado, un hombre que por sus acciones mostro el gran amor que tenia a su nacion, gracias a él existe ahora esas canciones que remecen nuestro ser Peruano "Y se llama Perú" "cuenta conmigo Perú" porque fue él quien promovio aquel gran concurso para incentivar el nacionalismo; si augusto Polo campos tuvo la inspiracion (ojalá no haya sodo inspiracion por el dinero que se ofrecio) pero el Gral Velasco tuvo el corazón.

Anónimo dijo...

Viva Mi Gral Juan Velasco Alvarado

Anónimo dijo...

Viva Mi Gral Juan Velasco Alvarado