EL CATOLICISMO Y GONZÁLES PRADA (II)

Una mujer de convento en imagen descargada desde Google Images.

(Continúa desde la primera parte en el post anterior).


Finalmente, Gonzáles Prada atribuye un tercer mal al catolicismo en su calidad de dogma religioso y práctica política: según su opinión, esta doctrina oprimiría a la mujer y le reservaría un papel accesorio y secundario tras el del genero masculino, debiendo las mujeres aceptar, por este injusto trato desigual, numerosos abusos que, en el caso del Perú del siglo XIX, estaban respaldados por una legislación de influencia fuertemente religiosa.

En su discurso “Las Esclavas de la Iglesia”, pronunciado en una conferencia en la “Loggia Stella D’italia” en septiembre de 1904, Gonzáles Prada se explaya en el papel que la mujer desempeña en el catolicismo. En ese sentido, toda su lógica argumentativa podría subsumirse en la siguiente cita: “El Dios del Cristianismo encarna en figura de hombre, y el femenino no halla cabida en la Trinidad[1]. Por lo tanto, el catolicismo no reservaría a la mujer nada más que “Murmurar las oraciones y seguir el rito, sin aproximarse al ara ni rozar siquiera con sus vestidos las gradas del tabernáculo; arrodillarse en el confesionario, revelar sus culpas, arrepentirse y demandar humildemente la absolución del sacerdote. La hembra no interpreta el libro ni discute el Dogma: obedece y calla (Ménard)[2].”

Así también, criticando la ilegalidad del divorcio en el Perú de inicios del siglo XX, la que estaba ampliamente respaldada por la Iglesia de entonces e implicaba que mujeres maltratados o engañadas deban forzosamente permanecer casadas, se cuestionaba Gonzáles Prada: “¿Puede hoy llamarse emancipada la mujer de los estados oficialmente católicos? Al estatuir la indisolubilidad del matrimonio, al condenar las más legítimas causas que justifican la nulidad del vínculo, al no admitir esa nulidad sino en casos muy reducidos y bajo condiciones onerosas, tardías y hasta insuperables, la Iglesia Católica fomenta y sanciona la esclavitud femenina[3]”.

Este supuesto desprecio que existiría por parte de la religión católica hacia la mujer tendría consecuencias nefastas bastante amplias a nivel social, dado que – nuevamente en palabras de Gonzáles Prada – “El menosprecio a la mujer y la creencia en la superioridad del hombre, han echado tantas raíces en el ánimo de las gentes amamantadas por la Iglesia que muchos católicos miran en su esposa, no un igual sino la primera en la servidumbre, a no ser una máquina de placeres, un utensilio doméstico[4]”.

Ahora bien, en esta misma conferencia Gonzáles Prada manifiesta su disconformidad ante el rol pasivo – pero consentido - que la mujer juega en el catolicismo. Aparentemente, el autor no puede comprender cómo – libremente – las mujeres respaldan mayoritariamente este dogma religioso e, incluso, lo legan a sus hijos al momento de su crianza: “Nadie tanto como la mujer debería rechazar una religión que la deprime hasta mantenerla en perdurable infancia o tutela indefinida. Mas no sucede así: la irredenta se yergue contra sus redentores, la víctima bendice el arma y combate a favor del victimario (…) Es, señores, que lo más triste de las iniquidades y los abusos está en la obcecación y relajamiento moral de las víctimas: pierden hasta la conciencia de su lamentable condición, no abrigan ni el deseo de sacudir el yugo ignominioso[5]”.

Por lo señalado en esta entrada, así como en la que le es inmediatamente anterior, queda claro que la opinión de Gonzáles Prada sobre el catolicismo era fundamentalmente negativa. En ese sentido, a modo de conclusión, hacemos nuestra la reflexión planteada por Sanders (1997), en el sentido que en la obra de Manuel Gonzáles Prada "el tema de la religión es casi obsesivo (...). Escribió más de 70 artículos y ensayos exclusivamente sobre ello (...). En efecto, la crítica del catolicismo está presente desde sus primeros escritos, pero con el paso de los años se intensificó, llegando a su culminación en los años 1895 y 1909 (...). En resumen, de acuerdo a sus tempranas creencias positivistas, Gonzáles Prada consideraba la religión como un obstáculo y como una manifestación del atraso intelectual del Perú. Esta postura pasó después a constituirse en actitud de guerra declarada contra la Iglesia Católica hasta llegar a considerar a ésta como el enemigo de la regeneración nacional del Perú (...)[6].



[1] Artículo trabajado en base a: Manuel Gonzáles Prada. “Las Esclavas de la Iglesia”. Discurso pronunciado en la “Loggia Stella D’Italia” en Septiembre de 1904, p. 68. Se puede revisar una copia de este documento en: Manuel Gonzáles Prada. “Las Esclavas de la Iglesia o sea el catolicismo y la mujer”. Arequipa: Tip. Quiroz (1904).
[2] Op. Cit. p. 71.
[3] Op. Cit. p. 69.
[4] Op. Cit. p. 70.
[5] Op. Cit. p. 72.
[6] Karen Sanders. “Nación y Tradición – Cinco discursos en torno a la nación peruana 1885 – 1930”. Lima: Fondo Editorial de Cultura (1997), pp.  216 y 221.